domingo, 11 de diciembre de 2011

La protesta


Sigue lloviendo sin parar. Llueva o no, hoy habrá manifestación después del rezo del viernes. El comité local esperaba unas cuatro mil personas pero con este tiempo será difícil. Los comités locales están formados por jóvenes inspirados en la revolución egipcia que quieren conseguir la caída del régimen de forma pacífica. Son ellos los que organizan las manifestaciones a lo largo de todo país utilizando las redes sociales. Están muy bien organizados. Aquí cuentan con dos módem vía satélite que ha enviado alguien desde Arabia Saudí y que recargan sirios exiliados en el extranjero. Cambian todos los días de ubicación por temor a ser localizados. Uno de esos módem lo comparten con los periodistas cada noche para que puedan enviar sus crónicas. Solo estamos cuatro y dos se van hoy así que no les supone ningún problema.
Cuando termina el rezo, todo el mundo sale de la mezquita en grupo, formando la manifestación desde la misma puerta. La encabezan los más jóvenes cantando y gritando contra el presidente sirio. Continúa lloviendo cada vez más fuerte, pero a la gente le da  igual. Se dirigen hacia “la plaza” donde el comité local tiene preparado la megafonía, las pancartas, incluso el satélite para hacer la retrasmisión en directo por Internet. Algunos miembros del Free Army controlan los accesos discretamente, otros vigilan desde las azoteas Estarán cerca de dos horas bajo la intensa lluvia sin parar de ondear banderas y corear consignas contra el régimen.
Los periodistas españoles se van directamente para Turquía. A mi, me asignan el mismo “acompañante” que tiene la periodista francesa. Se llama Edith y también es freelance, trabajaremos juntos a partir de ahora. Hacemos un par de entrevistas a dos familias, refugiados internos, a los que el ejército ha destruido sus casas en el este del país. A pesar de que hay las cosas no son fáciles para nadie les han cedido una casa donde quedarse. 


Algo pasó anoche que no sabemos porque no quieren que volvamos a dormir en la casa del capitán. El fixer dice que los teléfonos llevan varios días cortados y que cada vez que hacen eso se prepara una ofensiva. Es poco creíble porque si el ejército quisiera entrar aquí, nadie podría impedírselo, con o sin teléfonos.
No deja de llover. Nos pasamos toda la tarde buscando al tipo que tiene el modem de Internet. Lo encontramos en lo que parece una casa cualquiera pero cuando entramos, vemos que el nivel de esta familia es distinto a lo que hemos visto hasta ahora. El dueño de la casa tiene dos mujeres y 18 hijos. No sabemos a que se dedica. Es la primera vez en cuatro días que vemos a alguien comiendo carne. Aquí no hay hambre, aquí hay necesidad.

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