Llueve como si se fuera a acabar el mundo. Madrugón para nada. Teníamos pensado hacer el camino en moto pero es imposible. Esperamos una hora hasta encontrar un coche. Bajo el diluvio universal, nos dirigimos al lugar de encuentro acordado hace dos días, el mismo tiempo que llevan sin telefonía móvil en esta parte del país. Otro río, esta vez con un “bonito “punte de metal para llegar al otro lado. Con barro hasta los tobillos, cruzamos un campo de naranjos rezando para que nuestro coche esté al otro lado.
Nos están esperando. Recorremos unos 20 km atravesando pequeñas aldeas de montaña semidesérticas, no para de llover. En un cruce de caminos, una furgoneta cargada de patatas espera con el motor arrancado. Será mi último transporte hasta llegar a destino. Conduce un joven de unos 25 años que tampoco habla nada de inglés. No importa, aunque lo hablara, sería imposible entendernos porque lleva la música a todo volumen. Va armado con una pistola y un par de cargadores. Ahora, además de llover, hay una niebla espesa y no se ve más allá de 15 o 20 metros . Después de casi una hora de viaje llegamos a una pequeña ciudad de unos 15000 habitantes. En muchos muros de la ciudad está pintada la bandera de la revolución. Es igual que la oficial pero han sustituido la franja roja por una verde. Es la “capital” de la zona “liberada” en el norte de Siria. El ejército se retiró de esta zona hace tres meses por falta de efectivos. Aquí no hay nada de interés para proteger, son solo tierras de cultivo y roca. El conductor me deja en un edificio que parece abandonado.Subo a la segunda planta y entro en la única habitación que parece habitada. Bajo una montañade mantas reconozco a un fotógrafo español al que conocí en Libia. He llegado
Tras una pesimista conversación con los periodistas sobre la situación para trabajar aquí nos dirigimos al cuartel general del Free Army en esta área.
Nos es más que un sótano en la casa del Capitan Yousef Yahya. Desertó del ejército regular después de participar en la represión de las manifestaciones en Damasco. No le gustan las entrevistas y apenas responde a alguna de las preguntas. Dice que cuenta con tres mil efectivos en esta zona. Sus únicas armas son viejos Kalashnikov que compran…al ejército del régimen. La situación económica no es buena y los soldados cobran poco, tarde y mal. Ni rastro de RPG o armas pesadas supuestamente enviadas por libios y qataríes. Si lo han hecho, desde luego aquí no han llegado. Cuando le preguntamos como piensa enfrentarse a los tanques de Al Assad, lo fía todo a la ayuda de Alá. Dios va a tener mucho trabajo en Siria.
Justo cuando nos estábamos repartiendo las mantas para dormir con los soldados, alguien entra llorando en la sala. Han abatido al mejor amigo del capitán en un check-point a unos 15 Km de aquí, otro soldado ha resultado herido.
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